Viajamos sin saber a dónde ni por qué. No tenemos rumbo fijo, ni destino cierto. Hasta llegamos a olvidar quienes somos realmente, ya que estamos demasiado inmersos en la rutina.
Quizás solamos creer que conocemos nuestra identidad, pero entonces, ¿por qué a veces dejamos de ser nosotros mismos?
Muy fácil, porque siempre es más sencillo hacer lo habitual, o lo que los demás nos sugieren, y no nos paramos a pensar en qué puede hacernos felices.
Yo olvidé quién era una vez, cuando, en uno de esos días malos, me pregunté si lo que hacía realmente merecía la pena.
No entendía de qué me sirve estudiar tanto y dedicar horas y horas al instituto para luego trabajar hasta jubilarme. ¿De qué me sirve, si ya no podré disfrutar de la vida del mismo modo que ahora que soy joven? ¿Qué será de mis sueños? Jamás tendré el tiempo suficiente para cumplirlos, y si no logro mis metas...¿para qué tanto esfuerzo? Hemos nacido para vivir, y, si es cierto lo que dicen de que todo pasa por algo, debemos tener una misión en la vida. ¿Pero cuál es esa misión?
Definitivamente, ser felices.
Y finalmente os preguntaréis, ¿cómo podemos ser felices si siempre estamos ocupados con el trabajo y los problemas cotidianos?
Y yo os diré: Eso es algo que yo también me preguntaba, hasta que un día recordé quién era realmente, y cuales eran mis objetivos en la vida. Así, empecé a poner proyectos en marcha, para irlos realizando poco a poco, cuando tenía algo de tiempo libre.
Y resulta que si sientes que tienes alguna oportunidad de cumplir tus sueños, las tareas no se te hacen tan pesadas, y obviamente, empiezas a disfrutar de la vida.
De esto saqué tres conclusiones.
- Que trabajamos para seguir trabajando.
- Que debemos aprovechar los ratos libres para empezar a cumplir nuestros sueños, porque, como se suele decir, el problema es creer que tenemos tiempo.
- Y que si queremos ser felices debemos tener claro quiénes somos, y qué queremos en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario