sábado, 21 de febrero de 2015

La historia de las amistades verdaderas

Todos hemos imaginado alguna vez cómo sería nuestra amistad perfecta. Atento, amable, sincero, que sepa escuchar, que nos haga reír, pero... ¿acaso nosotros somos perfectos para pretender que los demás lo sean?

La respuesta es no, no somos perfectos, pero somos únicos y eso es lo que realmente importa. Debemos dejar que los demás sean ellos mismos y no intentar cambiarlos para que nos gusten más, porque las amistades verdaderas no son las más divertidas, ni las más amables, ni las más sinceras... las amistades verdaderas son las que nos quieren tal y como somos, y nunca intentan cambiarnos. Aquellas personas que, aunque no son perfectas, hacen que cada momento lo sea. Saben cómo hacerte reír, aunque a veces te hagan llorar. Son aquellos que realmente notan cuando te pasa algo, aquellos que te conocen con tus defectos y virtudes, y aún así, siempre están a tu lado. Aquellos que confían en ti, y en quienes puedes confiar. Esos que sabes que están cerca aunque estén a mil kilómetros, esos que hacen que seas como eres y a los que haces ser como son.

De esto saqué tres conclusiones:
  • Que a veces las mejores amistades se encuentran en aquellas personas que a simple vista no nos caen bien.
  • Que una amistad verdadera vale más que mil amigos lejanos.
  • Y que si queremos encontrar amigos verdaderos debemos ser amigos verdaderos.

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