Pasamos la vida en busca de la felicidad: de la casa de nuestros sueños, del trabajo ideal, de la pareja perfecta... pero pocos saben realmente lo que es la verdadera felicidad.
Muchos piensan que la felicidad se basa en que no te pase nada malo y en estar siempre contento, pero la vida no es así. No todo es bueno, pero tampoco es malo. Porque no podemos ser felices sin saber primero qué es la tristeza. Porque, aunque nos cueste creerlo, la tristeza no está para amargarnos la vida, sino para que los buenos momentos nos sepan aún mejor.
Porque si todo fuese bueno, llegaría un momento en que dejaría de ilusionarnos y acabaría por ser aburrido y malo también. Porque no podemos tener un arcoíris sin un poco de lluvia.
Y por eso, la verdadera felicidad no se consigue cuando todo lo que te pasa es bueno, sino cuando aprendes a sonreír a pesar de lo malo.
Por eso, la verdadera felicidad no se consigue haciendo de tu vida un arcoíris, sino aprendiendo a ver la belleza de la lluvia.