domingo, 3 de mayo de 2015

La historia de una madre

Como ya sabéis, hoy es el día de la madre. Por eso, esta historia se la dedico a todas las madres del mundo. ¡Feliz día!
Nuestra madre...probablemente la primera persona a la que vemos al nacer, la persona a la que debemos nuestra existencia, la única que estuvo con nosotros antes de que naciéremos.  "Mamá"...la primera palabra que dijimos muchos de nosotros. Pero...¿qué es una madre?
Una madre es una persona muy especial; sabia para enseñar a sus hijos, valiente para protegerlos, paciente para educarlos, fuerte para sacarlos adelante y cariñosa para quererlos. Una madre es maestra, amiga, heroína y, ante todo...mujer, y como tal también necesita ser amada, respetada y tratada con cariño.
Porque tu madre te dejó su vientre para que nacieses, compartió su comida contigo antes de nacer, te acompañó en tus primeros pasos y te mostró el resto del camino. Porque tu madre lloró cuando tu lloraste, rió cuando tu reíste, confió en ti cuando tu habías dejado de confiar en ti mismo. Porque una madre siempre está ahí, aunque a veces no puedas verla a tu lado.
Porque madre no hay más que una, quiérela, cuídala y hazla feliz, como ella hizo siempre contigo.
 
 

viernes, 1 de mayo de 2015

La historia de una excursión inolvidable

Era una mañana de Abril cuando Magia estaba de excursión en Tarifa con el instituto.
Tras montar en barco para ver los delfines, decidieron descansar para comer. Magia vio como sus compañeros de clase se alejaban hacia las dunas de Bolonia, mientras sus amigas se paraban en una playa. Decidió abandonar el grupo de la mayoría y seguirlas.
  -¿A dónde vais? -les preguntó.
  -Vamos a parar aquí para comer.
En un principio, Magia tuvo la sensación de que no hacía lo correcto, de que debía seguir a los demás, pero sus amigas estaban más cerca del chiringuito donde comían los profesores, lo que le hizo sentirse más segura. Aún así, vaciló antes de avanzar en dirección a la playa.
Se sentaron en la arena, algo alejadas de la orilla. Eran cuatro, solo cuatro frente al grupo de treinta chicos y chicas que iban en dirección opuesta, pero tanto Magia como sus amigas eran sensatas, y sabían cuidarse por sí solas.
Sacaron los bocadillos y empezaron a comer, comentando lo que iban a hacer a continuación. Fotos junto al mar, pensaron mientras reían. Sin embargo, todo se torció cuando un enorme perro negro se acercó a ellas.
Lo primero que pensaron fue no darle de comer para que se fuera, pero el perro seguía viendo la comida, por lo que se acercó aún más a ellas. Magia guardó el bocadillo en la mochila, y sus amigas hicieron lo mismo. A pesar de que ya no había comida, el perro no se marchó, al contrario, se tumbó junto a una de las amigas de Magia. Las chicas se miraron, perplejas. Tras ver que el animal no se movió de allí, una de las chicas optó por darle un poco de jamón, con la esperanza de que se contentara y se fuese. El perro lo aceptó, agradecido, pero continuó a su lado.
Magia miraba a su invitado con infinito cariño, no podía evitarlo, ella siempre había querido tener un perro. Pronto se dio cuenta de que sus amigas también se habían encariñado con él, excepto una, que sentía respeto hacia los perros.
Al cabo de un rato, el animal era un amigo más de la pandilla, e incluso pensaron en ponerle un nombre como símbolo de su amistad, a pesar de que probablemente ya tuviese uno.
Un momento más tarde, las chicas advirtieron que su pequeño amigo tenía un collar con una pequeña placa en la que ponía su nombre. Se llamaba Roko, y Magia pensó que era perfecto para él. Algo más tarde se acercó un perro pequeño que estaba con una pareja que descansaba en la arena. El perro empezó a ladrarles, y Roko se levantó de un saltó y le ladró hasta que se marchó. Las chicas se dieron cuenta de que las acababa de defender, y se sintieron conmovidas por aquel hermoso acto de amistad.
Cuando ya llevaban unos veinte minutos en la playa, otro perro se acercó a ellas. Era parecido a Roko, y se acercó a él como saludándolo, por lo que las chicas comprendieron que eran del mismo dueño. Sin embargo, no llevaba collar.
Magia miró el reloj, ya había pasado media hora desde que llegaron a la playa, y en poco más de veinte minutos tendrían que volver a reunirse con los demás.
Intentaron empezar a recoger, pero los perros las seguían. Finalmente, decidieron preguntar a los demás bañistas por si eran sus dueños, pero no fue así. Entonces, la preocupación se adueñó de sus corazones. ¿Qué iban a hacer ahora?
La joven optó por contar a los profesores lo que había pasado, y como unos perros que aparentemente no eran de nadie de la playa las estaban siguiendo. Ellos le dijeron que se cansarían de seguirlas tarde o temprano, pero la joven dedujo que se equivocaban cuando vio a sus amigas acercándose seguidas por Roko y su compañero. Aquello se había convertido en un problema, porque ni Magia ni sus amigas estaban dispuestas a dejar allí a los perros sin sus dueños presentes.
Unos cinco minutos más tarde empezaron a llegar sus compañeros. La hora de irse se acercaba, y cada vez era más difícil solucionar aquel problema. Magia empezó a lamentar el haberse separado del grupo, pero ya no había vuelta atrás.
Una ligera esperanza se abrió paso en los corazones de las chicas cuando uno de los chicos que habían escogido el camino hacia las dunas decidió llamar al número del collar de Roko. A Magia y sus amigas les habría gustado llamar antes, pero desafortunadamente ninguna de ellas tenía saldo, solo lo justo y necesario para llamar a sus padres en caso de emergencia, y ya habían les habían llamado.
El chico les dijo que, por lo que le habían dicho, los perros estaban perdidos y que irían de inmediato a recogerlos. Les extrañó un poco al principio, pero a la larga se alegraron de que fuesen a buscarlos. Mientras venían los dueños de los perros, les dieron agua a éstos y contaron lo sucedido a todos los compañeros que iban llegando poco a poco.
Había llegado la hora de irse, y los dueños de los perros aún no habían llegado. Las chicas se vieron obligadas a subirse en el autobús y dejarlos allí, con la esperanza de que los recogiesen pronto.
Magia se asomó por la ventana y contempló con enorme tristeza como sus nuevos amigos seguían el autobús queriendo acompañarlas, aunque al final se pararon con la vista fija en el vehículo. Se le partió el corazón. Sólo podía esperar que sus dueños regresasen, aunque estaba empezando a desconfiar.
Cuando habían pasado unas dos horas, las chicas volvieron a llamar al número para preguntar si los habían recogido ya, y se sintieron tremendamente aliviadas al comprobar que así fue.
En aquel momento Magia se alegró de haber abandonado el grupo para seguir a sus amigas, y se sintió, en el fondo de su corazón, como una pequeña heroína.